El auge de los huertos urbanos en Madrid. Los huertos urbanos han transformado Madrid, creciendo desde sus inicios en 2006 hasta convertirse en espacios de cohesión social y sostenibilidad. Iniciativas vecinales han convertido terrenos abandonados en zonas productivas, donde la agricultura urbana ha florecido.
Un movimiento impulsado por la comunidad
Los primeros huertos surgieron en barrios como El Pilar, donde vecinos rehabilitaron terrenos abandonados. Estos espacios se han multiplicado gracias al esfuerzo vecinal y el apoyo de organizaciones, creando una red sólida.
Más que un lugar para cultivar
Kois, activista medioambiental, destaca que los huertos no solo producen alimentos, sino que también renaturalizan la ciudad y fortalecen vínculos sociales. Para él, estos espacios son clave en la rehabilitación relacional y en la construcción de comunidades.
Reconocimiento y regulación
La ONU-Habitat reconoció la red de huertos urbanos de Madrid en 2012. En 2014, el Ayuntamiento regularizó estos espacios, que hoy superan los 60. Este modelo ha sido destacado por su éxito y gestión comunitaria.
Un modelo abierto y accesible
Los huertos madrileños son espacios abiertos, gestionados por asociaciones vecinales que garantizan su accesibilidad y función comunitaria. La puerta siempre abierta simboliza la inclusión y participación.
Un cambio necesario
Los huertos urbanos ofrecen soluciones a problemas urbanos, integrándose en centros de salud, colegios y bibliotecas para promover un entorno sostenible. Son un ejemplo de cómo las ciudades pueden transformarse con iniciativas locales.
Agricultura urbana en espacios inesperados
El auge de los huertos urbanos en Madrid. Los huertos urbanos no solo se encuentran en parques o solares, sino también en lugares como prisiones, azoteas, colegios o bibliotecas. Estos espacios, transformados para el cultivo, aportan soluciones innovadoras a los desafíos urbanos.