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Cafetería Las Burgas en Guadalajara: 12 años siendo el punto de encuentro del barrio

En la Plaza Las Burgas nº1, planta baja, se encuentra uno de los rincones más queridos por los vecinos de Guadalajara: la Cafetería Las Burgas. Desde que abrió sus puertas en 2013, este local se ha convertido en un espacio de encuentro familiar y cercano, donde los clientes son mucho más que eso: son amigos.

María, la propietaria, lleva al frente del negocio desde el primer día. En estos 12 años, ha conseguido ganarse el cariño de todo el barrio gracias a su trato cálido y a una cocina que va más allá del café.

 

Un negocio con sabor a casa

Aunque Las Burgas ofrece los productos habituales de cualquier cafetería, son muchos los que acuden por sus especialidades. Las tortillas, los torreznos y la paella de los domingos son los platos estrella. Tanto es así, que muchos clientes reservan su ración de paella con antelación para llevarla a casa y disfrutarla en familia. Los domingos, la cafetería se llena de vecinos que ya conocen la receta de memoria. Este tipo de platos caseros han sido clave para fortalecer el vínculo con la comunidad.

 

Más que una cafetería: un lazo con el barrio

El carácter familiar de María y su forma de atender han sido fundamentales para hacer de Las Burgas un lugar acogedor. La cafetería está muy bien ubicada: cerca de oficinas, colegios y un centro de salud, lo que facilita que sea punto de encuentro habitual entre compañeros de trabajo, vecinos y amigos.

Uno de los aspectos más destacados por los clientes es el ambiente. El trato personalizado y el espacio acogedor hacen que muchos la consideren su segundo hogar. Como ella misma dice:


“Estoy muy complacida en estos 12 años de trabajo. Los vecinos me quieren mucho. Esta es mi segunda casa”.


Un espacio sin redes pero con mucha conexión

Aunque en la era digital muchos negocios apuestan por redes sociales, Las Burgas no tiene perfil en Instagram ni Facebook. Sin embargo, eso no ha impedido que el boca a boca funcione mejor que cualquier anuncio. El cariño de la clientela y la reputación que ha construido en el barrio son sus mejores cartas de presentación.

 

Este tipo de historias demuestran cómo los negocios de proximidad siguen siendo esenciales para el tejido social de nuestras ciudades. María y su cafetería son un claro ejemplo de ello.