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La Giralda de Sevilla: Una historia que se eleva hasta el cielo

La ciudad de Sevilla es reconocida por dos grandes iconos: su apasionante flamenco y La Giralda, un alminar convertido en campanario que se alza erguido tocando las nubes de la hermosa ciudad andaluza. Este imponente monumento, que junto a la Catedral de Sevilla forma parte del Patrimonio de La Humanidad, sustenta siglos de historia en cada uno de sus antiquísimos ladrillos y te invita a remontarte hasta el siglo XII para conocer sus raíces.

 

La Giralda nació en el año 1184, durante el mandato del califa almohade Abu Yusuf Yaqub al-Mansur, siendo un claro ejemplo del arte hispano-árabe de la época. Su función original fue ser el minarete de la mezquita mayor de Sevilla y su nombre proviene de la veleta giratoria, llamada «el Giraldillo», colocada en su parte más alta tras la reconquista cristiana.

 

Durante el reinado de Fernando III ‘El Santo’, en 1248, Sevilla es reconquistada y la Mezquita se transforma en Catedral. Es durante el siglo XVI cuando la Giralda sufre una importante remodelación para convertirse, finalmente, en el campanario de la Catedral de Sevilla.

 

Hoy en día, la Giralda sigue en pie, vigilante, tras sobrevivir a terremotos y guerras. Su atractiva mezcla de estilos arquitectónicos atrae a miles de turistas que desafían sus casi 35 rampas y 17 escalones para alcanzar una vista panorámica majestuosa de la ciudad de Sevilla.

 

Este coloso de 104 metros de altura es el claro reflejo de la multiculturalidad que caracteriza a Andalucía y a España. Musulmanes, judíos y cristianos dejaron su huella en cada uno de sus detalles, desde sus intrincados relieves moriscos hasta su campanario renacentista, coronado por la Fe, figura alegórica del cristianismo.

 

En su majestuosidad, la Giralda es mucho más que una mera construcción de ladrillo y argamasa, es un lienzo narrativo de la ciudad de Sevilla que te cuenta su historia, simplemente alzando la vista al cielo. Desafía el paso del tiempo, manteniendo viva la memoria de un pasado que cohabita con el presente, mostrándonos que la riqueza histórica y cultural de una ciudad es la verdadera construcción que se debe admirar.

 

Desde su insuperable altura, la Giralda es un recordatorio silencioso de la Sevilla de ayer y hoy, siendo amiga de la luna y el sol, contándoles las historias de aquellas personas que andan por sus calles. Porque más que un monumento, la Giralda es Sevilla y Sevilla es la Giralda.